Shovels & Rope: "Little Seeds" (New West Records / PIAS Spain)


Texto: Txema Mañeru.

¡Este dúo, que también son pareja vital, son una de las propuestas más rockeras y cañeras del genial sello de música de raíces americanas, New West Records! Pero no te confundas, Michael Trent y Cary Ann Hearst, están más cercanos al sonido de The White Stripes o Jason & The Schorchers que al de The Handsome Family.

Son una de las propuestas más frescas del sonido Americana de la última década. Han ganado, por cierto, premios como mejor canción de Americana o como artistas emergentes del año. Son culos inquietos y el año pasado, por ejemplo, se marcaron un “Busted Jukebox, Volume 1” en el que se marcaban unas sorprendentes versiones acompañados por “amigos” del prestigio de JD McPherson, Milk Carton Kids, Butch Walker o Lucius.

Ahora han hecho un fantástico disco marcado por dos hechos vitales de muy diferente repercusión. Por un lado han sido padres. Pero por otro los padres de Michael han tenido que ir a vivir con ellos dado el estado avanzado del alzheimer que sufre su padre. Por si fuera poco también han perdido un gran amigo, Eric Brantley, a quien dedican el disco.

Un disco que comienza alegre y desenfadado con una ‘I know’ cargada de electricidad en la que se refleja a la perfección eso que hemos dicho de su cercanía a The White Stripes. La “única diferencia”, entre comillas, es que Shovels & Rope eligen el country y el folk en lugar del blues de los Stripes. Se acercan también al gótico sureño y suenan, por momentos, como una The Band del siglo XXI. En ‘Botched execution’ suena duros como The Pogues cambiando sus raíces irlandesas por las suyas americanas y acercándose también a los Violent Femmes. No obstante, dejan espacio para lentos campestres y acústicos como ‘St. Anne’s parade’. ‘The last Hawk’ es su emotivo homenaje al gran teclista de The Band, Garth Hudson y tras ella nos traen una confesión absoluta de pareja como ‘Buffalo nickel’ en la que vuelven al gótico sureño y meten guitarras chirriantes, pianos descacharrados y cantan con la rabia de Slim Cessna’s Auto Club. ‘Mourning song’ e ‘Invisible man’ tratan directamente sobre la dura enfermedad de su padre y la primera suena como un himno eclesial a dos voces con algún bonito toque épico. ‘San Andreas fault line blues’ es otra preciosidad lenta y acústica y con un embelesador piano. El final es absolutamente mágico y se titula ‘This ride’. Comienza en plan canción de hoguera con acústica, voces y palmas, pero cargada de emoción. Luego va creciendo de manera exponencial y también la magia que va desprendiendo. ¡Una de las canciones del año para uno de los mejores y más originales discos de su estilo de los últimos tiempos!

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