Michael Kiwanuka: "Love & Hate" (Polydor / Universal)


Texto: Txema Mañeru.

¡Me rio yo de lo del “difícil” segundo disco! El británico de origen ugandés Michael Kiwanuka sorprendió a propios y extraños hace 4 años con un emocionante y sobrecogedor debut cargado de soul atemporal titulado “Home Again” (Polydor / Universal). Estos días, a la vez que me sumerjo más y más en su nueva obra maestra, estoy oyéndolo sin parar y me parece uno de los mejores debuts de la década y absolutamente recomendable para aquellos que anden emocionados con los discos de Frank Ocean o Gregory Porter, por citar dos casos recientes y dispares.

El caso es que este chaval de pasado traumático creció como un adolescente más y cautivado por Nirvana, Jimi Hendrix o Radiohead. También hizo una magistral versión de Led Zeppelin y ha trabajado con Dan Auerbach y es un gran seguidor de The Black Keys. Ya mayorcito escuchó a Otis Redding y su corazón le dio un vuelco. A nosotros también cuando escuchamos “Home Again” y nos lo ha vuelto a dar con un sublime, variado y henchido de calidad “Love & Hate” (Polydor / Universal) que competirá de poder a poder con el nuevo trabajo de Frank Ocean por llevarse el cetro de mejor álbum negro del 2016.

Estuvo ayudando en la producción del primer disco a Paul Butler un clásico como Ethan Jones. Ahora tras un arduo trabajo en solitario los que han echado un cable han sido Danger Mouse, de Gnarls Barkley e Inflo, colaborador habitual de The Kooks. Entre todos han hecho un trabajo mágico y han conseguido que se hable más aún del nombre propio de Michael Kiwanuka. Y es que con “Home Again” se habló, con razón y para bien, de Marvin Gaye, Terry Callier, Bill Withers, Funkadelic, Otis Redding o The Temptations. Ahora es el momento de Kiwanuka.

Tiene la valentía de comenzar con el mejor tema del 2016, pero que dura 10 minutos. Tras 5 de magia instrumental te lleva al cielo con su emocionante voz en la otra mitad de ‘Cold little heart’. Su estela combativa y de luchador social sale en la orgullosa y rítmica ‘Black man in a white world’. ‘Falling’ es otra preciosidad lenta y llena de sensualidad para dejarse caer en ella y tiene también un mágico órgano. Con temas así y modulaciones vocales es normal que se hablara, por ejemplo, de Bill Withers o de Terry Callier. En ‘Place I belong’ rinde su particular tributo al p-funk de Parliament y Funkadelic. En el tema titular nos vuelve a embelesar y el trabajo de los coros es una pasada, aunque lo es a lo largo de todo el trabajo. También el solo de guitarra nos muestra porque creció con Hendrix o Led Zeppelin. Esto se aprecia muy bien también en las guitarras de ‘Rule the world’ o en el final de la genial ‘Father’s child’. Otro tema en el que el trabajo de Barkley en cuerdas y coros femeninos llega a unas cotas de belleza impresionantes. Cierra con ‘The final frame’ que se inicia con un solo de guitarra que parece de Brian May y luego sigue su labor de eficaz y emocionante despedida. Y la guitarra sigue echando chispas junto a un sensacional piano. Por cierto que está en plena gira europea y en noviembre lo tendremos aquí y en directo también es un crack. ¡Quizás el disco del año para uno de los artistas clave del nuevo siglo!

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