Texto: Carlos Molina.
Treinta años alumbran la carrera de Alejandro Diez (fotos: Mikel Valle), bien en Los Flechazos, bien en solitario como Cooper. Una carrera “coherente y rica”, en sus palabras, de la que hablamos largo y tendido con este afable artista leónés. Al igual que de su gran labor al frente de la Editorial Chelsea. Una charla de esas que dan gusto, vamos.
Tres décadas de trayectoria musical, que se dice pronto. ¿Qué metas de aquellas que soñabas por conseguir en los comienzos de su carrera has alcanzado y cuáles aún se te resisten?
Fíjate que todo lo que buscaba antes de empezar a tocar lo conseguí muy pronto, me quedé sin objetivos en poco tiempo. De hecho, la canción de ‘Lo Conseguí’ la compuse con… ¿22, 23 años? He alcanzado cosas durante mi carrera que puedo catalogar como hitos por lo que tienen de significativo, son como piedras de toque de momentos especiales. Por ejemplo, las ediciones especiales de Los Flechazos en Japón, la repercusión que alcanzaron y la imposibilidad de ir allí de gira, ya que nos separamos en ese mismo momento, y siempre me ha quedado la cosa de no haber podido vivir esa experiencia. Con Cooper giramos por Alemania en las navidades de 2004, 10 días tocando seguidos, en furgoneta… Aunque ya había tocado allí con Los Flechazos e incluso habíamos editado algo, lo recuerdo como algo muy especial. Como esa Nochevieja tocando en Munich, justo antes de regresar a casa… Rememoro todo eso con mucho cariño, son situaciones con la suficiente fuerza como para dar lugar a canciones.
En el plano general, mi mayor logro ha sido llegar aquí después de 30 años manteniendo una línea, componiendo canciones constantemente y demostrando con los hechos que se puede mantener durante tres décadas una carrera musical, coherente, rica, con unas coordenadas determinadas y con frutos interesantes.
Y eso que hoy en día me sigo encontrando con periodistas con el mismo escepticismo militante con el que me encontré cuando empecé en la música con 19 años, y que algunos mantienen cuando ya tengo 49. Y al revés, otros entienden que una forma de hacer las cosas como la mía se puede trasladar al arte y a una forma de vivir la vida.
¿Te has encontrado con algún mod de los que te tachó de hereje en su momento que ahora se haya reenganchado a tu obra y te haya confesado que se equivocó?
Ese rechazo es algo que se ha vivido en muchas escenas. Las cosas son pendulares, van cambiando y yo lo acepto. Tampoco me parece mal que deje de gustar a algunas personas por las pintas que llevo, o porque mi sonido ya no sea tan de los sesenta como en un principio con Los Flechazos… algo que tampoco creo que fuera así, pero bueno… lo entiendo. Me he encontrado con muchos seguidores a los que el sonido de Cooper en un principio les supuso casi hasta un susto, una decepción, o que directamente dejaron de interesarse por mi música, y que pasados unos años han vuelto a acercarse a ella y se han dado cuenta de que también pertenece a su mundo.
Lo que pasa es que yo hago las cosas de una forma muy personal, soy un mod sui generis. Pero más mod que nadie, eso también es verdad (risas). Al final, considero que soy un tío muy posibilista.
¿Consideras, como me dijo Johnny de Burning hace unos meses, que dentro de España hay pequeñas escenas donde un artista es recibido con fervor o directamente no existe? Vamos, que lo puede petar de Madrid para arriba pero no existir de la capital para abajo…
Sí, lo que pasa es que mi planteamiento ha sido distinto a lo largo de los últimos años, salvo en éste momento especial, que llevamos un montaje caro de mover, con 8 músicos. Esa ha sido la razón por la que hemos elegido Barcelona y Bilbao, después de Madrid, para dar dos conciertos. Se trata de dos grandes ciudades que son punto de atracción hasta donde pueden moverse personas de otras zonas. Pero la vida en directo para las bandas está muy difícil en cuanto a salas y vender entradas. Hay lugares donde los directos no tienen ninguna repercusión.
Durante mucho tiempo fue algo que me preocupó, pero ya he cambiado mis intereses. Desde hace años toco para divertirme. A mi juicio, subirse a un escenario tiene que ser una celebración, no tengo las claves para solucionar todo lo demás que rodea a eso. Bueno, de vez en cuando me invento cosas como el año pasado, que hicimos la Gira del Aperitivo tocando al medio día y salió súper bien, fue un exitazo. En todos los sitios doblamos el número de asistentes habitual a nuestros directos. Te hablo de meter hasta 300 personas en sitios perdidos de La Mancha, algo que no hubiéramos soñado nunca. Porque al final se trataba de una fiesta, que es algo que tiene que ser siempre la música. Algo especial donde la gente se reúna para vivir algo especial.
Echo en falta en el mundo de la música más artistas que toquen para que los demás se lo pasen bien. Estamos acostumbrados a que el músico se suba al escenario para soltarnos su milonga, y yo no soy de esa escuela. Creo que tengo un compromiso con la gente de cara a darles cosas que les interesen. El público no puede ser mi psiquiatra.
¿Cómo recuerdas los bolos primigenios en Bilbao?
Los Flechazos tocamos varias veces en Bilbao y en el País Vasco, pero nunca fue una plaza fuerte para nosotros. Por ejemplo, en La Coruña podíamos meter a 500 personas, y en una ocasión llegamos a reunir a más de 2.000. Pensábamos: “jo, ya podía ser siempre así”. Lérida, Valencia, Castellón… fueron también lugares importantes. Y por supuesto Madrid. Alguno puede pensar que Madrid tiene para todo el mundo, pero no sabría qué decir. A nosotros nos llegaron a coronar los reyes de los clubes en un reportaje para ABC, creo recordar. Fue en el tiempo de “En el Club”, nuestro segundo disco.
Además de tus canciones, lo amantes de la música de este país tenemos que agradecer tu labor al frente de la Editorial Chelsea y de la colección Mis Documentos. ¿Han ido bien los lanzamientos editados hasta ahora? ¿Existe la posibilidad de que publiques unos tres libros por año?
Sí, mi intención es sacar a partir de ahora, que la colección está asentada, una tanda de unos tres títulos por año. Me parece muy importante que haya testimonios de cómo se han hecho las cosas. Hagamos la música que hagamos, te das cuenta de que todos hemos tocado en las mismas salas, que las furgonetas en las que hemos viajado han sido muy parecidas, al igual que hemos visitado los mismo hoteles, salido en publicaciones muy similares o viajado a Alemania o a Inglaterra. A los que nos gusta el pop, el rock y la música en directo nos interesa todo ese tipo de entresijos. ¡Cómo no va a publicarse algo así! A mi juicio, la música que han hecho todos aquellos que han salido en esta colección ha sido muy importante para mucha gente. Como nadie se lanzaba a contarlo, me animé yo.
Estos títulos me han permitido también prestar la atención que se merecían aquellos artistas, como Isa Fernández, a los que no se la había prestado de forma justa. En el caso de Isa me vino un poco de rebote y cuando la conocí me caí de espaldas. Si tengo que elegir un libro, que es algo que nunca debería hacerse pero yo lo hago sin ningún pudor ni problema, creo que el libro más emocionante de la colección es el de Pat Escoin, porque es muy valiente, desnudo, muy de verdad y muy rock´n´roll.
Para la siguiente tanda mi idea es volver a las raíces de la editorial, que había nacido con un concepto muy sixtie y que había terminado yéndose por otros derroteros. Con la siguiente tanda queremos recuperar ese espíritu y he invitado a Jorge Explosion, Albert Gil y a Marc de Sidonie a que formen parte de esta colección. Así tendría al hermano pequeño, al mediano y al mayor, y se podría ver una forma de evolucionar desde la música de los sesenta hacia sitios distintos. Tienen mucho que contar, y siendo tan distintos, comparten puntos en común: la electricidad y la carga de energía que se generan en sus conciertos, muy potente y muy sexual. He percibido ese sex appeal salvaje, sin que la música sea salvaje, en sus conciertos a los que he asistido como espectador.
¿Puedes recomendarnos algún disco o serie que sigas actualmente?
No veo la tele. Estoy muy enganchado al ordenador, y sigo las noticias en Internet, al igual que las novedades que comparten mis amigos. La tele de mi casa está monopolizada por mi hija. Cuando llega la hora de acostarla lo que me apetece es sentarme en el sofá o acostarme a leer un libro, pero no ponerme con la tele.
Respecto a la música, he flipado con Milk Carton Kids. Es un dúo acústico en plan Simon y Garfunkel, que lo hacen tan bonito y especial que no te lo puedes creer. Me los descubrió un amigo y flipé. He acabado con mi etapa de anuncios de cerveza Estrella Damm (risas), con los videos de ‘Girasoles’ y ‘El asiento de atrás’ y estoy en una etapa súper acústica, me están empezando a interesar muchas cosas así… lucho contra eso, ¿eh? Y de vez en cuando me pongo los discos de los Monkees y los Kinks para que me vuelva a correr la electricidad por las venas (risas). Pero me siento cómodo cantando canciones muy tranquilas.
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