El Circo de las Mariposas: Introspección y unión para cambiar las cosas


Texto: Carlos Molina.

Marcos Andrés no lo ha tenido fácil en estos últimos años. Musicalmente llegó el final de su banda Vinodelfin, y a nivel laboral tuvo que hacer frente a un duro despido. Con estos mimbres, se podía temer que su nuevo trabajo, bajo el nombre de El Circo de las Mariposas, tuviera un barniz dramático. Pero si algo subyace en “Frida”, su nuevo disco, es el deseo de pelear por hacer de la vida, y del mundo, algo mejor. Hablamos largo y tendido con Marcos de su proyecto en solitario, su pasado musical y cómo se encuentra tras su despido.

¿Cuándo despierta en ti la pasión por la música, y cuáles fueron tus primeros discos y grupos admirados?


Pues es un topicazo que solemos soltar muchos músicos, pero comencé a cantar poco después de aprender a hablar. Me recuerdo cantando desde muy, muy pequeño. Mi abuelo me enseñaba fandangos de Marchena, o Juanito Valderrama, y con mi madre cantaba Elvis, los Beatles, o los Bee Gees. Tenía en mi cabeza esos dos mundos casi opuestos en lo estético, pero que coexistían con total armonía en mi cabeza de niño. No recuerdo los nombres de los discos que venían de mi madre, recuerdo perfectamente eso sí un par de cintas de los Beatles de color blanco con las letras azules, y una grabada de Elvis, roja y negra. De flamenco me vienen muchas portadas, porque mi abuelo sí compraba LPs. Recuerdo una de Antonio Molina. Recibí un enorme legado armónico del lado del flamenco. Yo diría que el flamenco me hizo descubrir las posibilidades de mi voz, aunque luego perdí muchos agudos en el paso por la adolescencia. Puedo decir que ante las dificultades la voz ha sido mis pies y mis manos. De más mayor diría que el grupo que más me ha influido es U2, sin duda, y español Radio futura o El Ultimo de la Fila.

Antes de crear este nuevo paso en tu carrera fuiste cantante de Vinodelfin. ¿Cómo valoras, en líneas generales, el legado de la banda? ¿Qué es lo que te hizo más ilusión de todo lo que lograsteis?

Bueno, me queda un sabor agridulce la verdad, aunque en general ha sido una travesía muy bonita que volvería repetir. Creo que alcanzamos grados de expresión muy profundos, sinceros; era una banda comprometida con la emoción, que no especuló con las tendencias que nos rodeaban, simplemente se hacia lo que nos gustaba. En ese sentido vivimos momentos increíbles de conexión con la gente, y, al mismo tiempo, supongo que no fuimos lo suficientemente atractivos a las tendencias estéticas que estaban emergiendo en el país. Creo que hicimos dos grandes discos, que probablemente en otro lugar o en otro momento hubieran tenido más repercusión. La verdad es que estoy muy contento con lo que hicimos en cuanto a lo que a la música se refiere, las canciones tenían el aliento de ir a lo profundo, de acompañar por dentro a las personas. Trataban de poner de manifiesto las cosas que merecen ser vividas, había amor en nuestras canciones y sé que a mucha gente le hicieron bien. Eso es lo que me quedo. Tengo mis reservas respecto de las decisiones que tomamos acerca de en manos de quien pusimos nuestro trabajo. Warner, por ejemplo, fue una mala decisión, en cuanto vimos que no nos hacían caso teníamos que haber salido corriendo. En lo personal reconozco que me cegó el deseo de vivir de la música y no empujé en la dirección que más se amoldaba a nuestro trabajo.

La ilusión es algo que me acompañó durante todos los años que duró el grupo. Algo concreto que me hizo dar un salto de alegría fue cuando me llamaron para decirme que a Buenafuente le había gustado el disco y que quería que fuéramos a tocar ‘Donde irán’. Como mucha gente, le había seguido desde que comenzó en la tele. Bueno, por eso y porque nos iba a ver mucha gente claro.

Me parece muy bonito tanto la génesis del nombre del proyecto como el por qué del título del disco, “Frida”. ¿Podrías resumir por qué apostaste por estos títulos para tu nuevo paso musical y para este disco en solitario?

Bueno, digamos que creo en el poder de las palabras, se cargan con un contenido que viaja por las mentes, como un software en un ordenador. El Circo de la Mariposas es un corto precioso que recomiendo a todo el mundo. Narra la historia de un hombre sin brazos ni piernas que, con ayuda de un grupo de artistas de la vida, consigue vencer los límites que el mundo le impone cuando le mira. Quise que este proyecto tuviera ese contenido de fondo. Y Frida es mi perra. Ella es paralítica de una mano. La atropelló un coche cuando era cachorra. Ella ha sido la encarnación de la película delante de mis ojos cada día en los últimos años. Su mirar hacia delante, su carrera llena de emoción, su cojera es simplemente parte de ella, y la asumió con total determinación. Alguien pensará que es normal porque es un animal. Bueno, pues entonces aprendamos a ser animales, porque nos hace mucha falta. Frida fue para mí durante estos últimos años una guía y una referencia para mi espíritu. Digamos que si el proyecto se llamaba El Circo de las Mariposas, el disco se tenía que llamar Frida.


La composición del disco, y el álbum entiendo que también en sí, no puede comprenderse sin conocer tu dura realidad laboral entonces, cuando fuiste despedido de forma cruel, embarcándote en una lucha que te llevó incluso a llevar a cabo una huelga de hambre. Me gustaría preguntarte antes de nada qué tal estás ahora mismo de ánimo y salud, y si se arregló (al menos en parte) todo.

La vida no se acababa en Telefónica. De hecho no tenía intención de quedarme para siempre ahí. Lo que pasa es que tenía mi hipoteca, la tengo aún, muchos problemas de espalda, los sigo teniendo, y me despidieron de una forma salvaje, por bajas médicas, para asustar a más de 25.000 personas. Lo vergonzoso es que Movistar lleva veinte años dando de baja a más de 50.000 trabajadoras y trabajadores con cincuenta años y pagándoles un sueldo más que digno hasta la jubilación. El objetivo es externalizar, y eso lleva consigo la precarización del trabajo en un negocio que produce, con crisis o sin ella, beneficios año tras año. Luchar era de alguna manera levantar la cabeza. No quedarte igual cuando te golpean es el primer paso para estar alerta para el siguiente golpe. Luchar por crear un mundo laboral donde los trabajadores se traten como personas, y no como objetos de uso, es crear un escenario favorable a los seres humanos. Todos somos responsables del mundo que hay a nuestro alrededor; y si no hacemos nada lo estamos permitiendo con nuestra pasividad. Mi madre fue descartada del mercado laboral hace treinta años después de enfermar de la espalda por una cuestión laboral. No podía quedarme igual cuando vinieron a hacerme lo mismo. Llovía sobre mojado. Si quieren trabajadores que no se pongan enfermos… ¡que se vayan a otro planeta a buscarlos! Estoy satisfecho de la lucha que hicimos. Ahora ya estoy reencaminando mi vida, pero sigo activo políticamente. Todos hacemos este mundo, nuestra pasividad solo da rienda suelta a que otros tomen tu poder.

Con este álbum regresas al ruedo discográfico tras cuatro años de “silencio” musical. Sin embargo, no han sido años fáciles, como hemos dicho, e imagino que eso también habrá ralentizado tu vuelta. De todas las canciones que componen “Frida”, ¿cuál fue la primera que compusiste, y cuál la última que vio la luz antes de entrar al estudio?

La mayor parte de las canciones las tenía escritas cuando aun existía Vinodelfin. De hecho, muchas de estas canciones probablemente hubieran estado en supuesto tercer disco de la banda. La más antigua creo que es ‘Los lobos’, y la última, diría que ‘El plan está en la huella’.

Hablando del estudio: Marcel Botella y Pedro Javier Hermosilla han sido los ingenieros de sonido. ¿Qué es lo que más valoras de su aporte al ambiente sonoro final del disco?

Digamos que entendieron bien la maqueta que yo traje de casa, que ya estaba muy arreglada, pero había que encontrar un espacio para cada cosa. Ellos lo encontraron. Además de grandísimos músicos son también amigos. El proceso del disco fue un viaje en la mejor compañía y yo creo que eso está dentro, entre las notas...

Un llanto de bebé abre ‘Identidad’, pieza de cuidados ecos, efectos hipnóticos y ardor. Una de mis canciones favoritas de este trabajo. El cierre apuesta por voces de niños en experiencia cirquense enlazándose con una popera ‘El circo ambulante de las experiencias’. ‘Flores del Mar’ tiene una hermosa luminosidad pop. Vibrante, seguro que marcará uno de los momentos de tus directos junto a ‘El plan está en la huella’ y sus destellos bailables o la sinuosa ‘Los Lobos’. Apunta también a ‘Lo que la mente esconde’ y ‘Quietos’ como dos de los hits del álbum, profundas y hermosas. ‘Por ti’ y ‘Canta’ adoptan unas estructuras más lánguidas y recogidas, más ambiguas en el caso de la última debido a su explosión sonora en los compases finales. Al igual que la bella y sentida ‘Lázaro’. Demostración de que el disco es muy abierto en cuanto a intensidades. Como la vida misma, vamos. ¿Fue desde un primer momento tu deseo que el álbum fuera así de abierto, o fueron las canciones las que, composición tras composición, lo provocaron?

Digamos que es la narración de los últimos años, pero hay una línea argumental, y una selección de canciones más o menos acertadas, especialmente en cuanto a las letras... Yo diría que el resumen del disco es “soy la cristalización del mundo que me rodea”, y el mundo que me rodea a su vez es también la consecuencia de mis actos, una obviedad que conviene recordar, vaya. Tiene una mezcla de introspección y a la vez es una llamada a unirse para cambiar las cosas. De todas formas es muy divertido este dialogo encriptado que se produce entre quien proyecta un disco y quien luego lo recibe. A mí siempre me sorprende lo que la gente encuentra, muchas veces me muestras cosas que yo no había visto, y que efectivamente están.

Hablando de composiciones: también he podido disfrutar de la demo ‘Julia y Romeo’ de arquitecturas muy recogidas e íntimas. Un tema que llega muy dentro. ¿Quedaron muchas canciones fuera de “Frida”, o están prácticamente todas las que compusiste antes de entrar al estudio?

No, quedaron muchas fuera. Siempre cuesta hacer la criba, pero hay que hacerla. Aunque comienza a doler menos el descarte cuando has decidido el tono que quieres darle al trabajo en general. ‘Julia y Romeo’ la compuse el año pasado en Galicia, en Boca do río, cerca de Muros. El próximo disco, salvo alguna excepción, lo haré con canciones nuevas, es una necesidad sacar lo que uno va haciendo. Es como el pan, se puede comer duro, pero el que quieres comer es el que haces cada día.

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