José Ignacio Lapido: “Las canciones duelen”



Texto: Carlos Molina.

José Ignacio Lapido ha vuelto… como siempre, a lo grande. Formas de matar al tiempo presenta una colección de 10 canciones a cada cual más redonda, desde la gran apertura de la cautivadora “Un día de perros” -paradigma de un disco labrado desde estupendas letras, tu guitarra y la del gran Víctor Sánchez, los pianos del no menos grande Raúl Bernal, y una conjuntada y perfecta base rítmica con Popi González en la percusión y Paco Solana en el bajo- . También muy disfrutable es la casi acústica y emotiva “Muy lejos de aquí”. Un arranque Stoniano y eléctrico nos lleva a “Cuando por fin”. ¡Cómo engancha, qué guitarras! Será uno de los temas del directo, sin duda. “Cosas por hacer” desborda por su belleza. Intimismo con mayúsculas. La magia se mantiene con la lánguida y desgarrada “40 días en el desierto” y la no menos recogida “No hay vuelta atrás”. ¡De lujo esas guitarras y teclados! “La ciudad que nunca existió” recupera la intensidad para el disco, y de qué forma tan directa. ¡Brutal ese aire fronterizo! ¡De nuevo, será una pasada en los directos! Ambiente fronterizo también palpable en “Está que arde”. “Desvaríos” se presenta casi como un susurro, al igual que la bella “Al azar”, magnífico cierre para el álbum. Un álbum, y una magnífica carrera, de la que hablamos largo y tendido con el artista andaluz.

Normalmente, con un artista con un bagaje musical y una trayectoria de tu calibre, una pregunta habitual es la de cómo contemplas tu carrera hasta ahora. Una pregunta que te formularé… pero más adelante. Y es que como disco tras disco no dejas de sorprendernos con la calidad de tus trabajos, como si mantuvieras la frescura y la energía de tus primeros años en este mundo de la música, me gustaría que la primera pregunta fuera esta: ¿En qué momento de tu carrera dirías que estás? ¿Tiendes a planear tu carrera con detenimiento y pasos estudiados, o eres más de vivir el momento y, por ejemplo, pensar en este disco y en su presentación en directo sin darle vueltas a posibles futuros trabajos y giras?


No soy de los que pierden demasiado tiempo analizando su situación, mis análisis se ciñen a lo más urgente: ¿hay dinero en la cuenta? ¿Tengo para pagar el estudio? Hoy he escrito una buena canción: prueba superada. Hoy he dado un buen concierto: objetivo logrado. En ese plan. Las planificaciones a más de seis meses vista no son lo mío.

A diferencia de otros países con quizás más respeto por la cultura, no sólo por la música, no sé si en España guardamos el debido reconocimiento a músicos que, como tú, alcanzan una edad tan redonda como los 50 en un estado creativo espectacular. Tenemos al Loco, a Bunbury -aunque no ha alcanzado la cincuentena-, los “adaptados” Calamaro y Rot… En tu caso, ¿percibes el cariño del público, de los medios y de tus compañeros de profesión, así como el aplauso por una carrera tan mayúscula como la firmada?

Los nombres que has citado tienen una diferencia fundamental conmigo: todos ellos han conseguido gran éxito popular en algún momento de su carrera, y la mayoría lo siguen teniendo. Yo nunca he sido eso que se dice un “artista de éxito”. Con 091 nunca tuvimos un gran éxito de ventas, y en solitario igual. Llevamos más o menos los mismos años. Bueno, Ariel es el más veterano y el que mejor se conserva, pero yo sigo ahí, transitando por carreteras secundarias. Eso es un hecho cierto que tampoco me quita el sueño. El cariño de mis seguidores claro que lo percibo, y yo les agradezco su fidelidad. El de la mayoría de los medios también, sois muy amables conmigo cuando publico nuevo disco.

¿Cuándo comenzaste a trabajar en este nuevo disco?

Hace más o menos año y medio, cuando acabé una gira electroacústica que di por teatros. Ahí fue cuando hice la primera selección de temas y cuando se los presenté a los músicos del grupo. La grabación en sí la empezamos en noviembre de 2012 y las mezclas se acabaron en febrero de este año.

A mi juicio, los amantes de propuestas como Quique González o Nacho Vegas tienen en este trabajo una compra indispensable. ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo tras grabar un discazo así?

Otras veces lo he dicho: grabar un disco es como cuando te sacan una muela. Tienes durante un tiempo algo metido ahí que te está doliendo y que tu cuerpo lucha por deshacerse de él, en este caso son las canciones. Porque aunque suene raro, las canciones duelen. Cuesta darles forma y decidir la versión definitiva, pero cuando lo consigues, es decir, cuando el disco está acabado, sientes un gran alivio, un peso menos de encima. Yo me alegro de que te parezca tan redondo. Inmodestamente, también creo que he hecho un buen trabajo. A estas alturas de mi carrera no puedo permitirme bajar la guardia en el tema de la calidad.

Inasequible al desaliento, este es el cuarto de tus siete trabajos en solitario hasta la fecha que editas con tu propio sello, Pentatonia Records. ¿Cómo está yendo la aventura de la autoedición hasta ahora?

Fue en 2005 cuando decidí hacerlo por mi cuenta. No lo hice por motivos ideológicos, es decir, que si yo hubiera tenido una buena oferta, la habría aceptado, pero no fue el caso. Entonces, ante la disyuntiva de quedarme de brazos cruzados o dar el paso al frente, opté por lo segundo. Creo que hice lo correcto.

También te has encargado de la producción. ¿Cómo te catalogarías en tu faceta de productor (eres de registrar numerosas tomas, apuestas más por recoger el momento dejándote de repetir las tomas, depende de la canción, estarías en un término medio, etc…)?

Soy un productor que me muevo por la intuición. Intento vestir las canciones con el traje que creo más adecuado para cada una. No son “trajes” llamativos ni de colores chillones, aunque son trajes que pueden lucirse durante muchos años sin que pasen de moda.

Hace unas semanas publicábamos en nuestra web una entrevista con Víctor Sánchez con motivo de su álbum Yo quemé a Gram Parsons, y también hemos seguido de cerca la incursiones de Raúl Bernal con su proyecto Jean Paul. ¿Qué es lo que más destacarías de los trabajos en solitario de ambos músicos?

Raúl ha editado varios discos. La suya es una carrera muy interesante ya que su propuesta es extremadamente personal, basada en unos grandes textos y en unas músicas que beben de muchas fuentes, pero que a la vez transmiten una fuerte personalidad propia. Víctor acaba de publicar su primer álbum, aunque yo ya conocía canciones suyas anteriores que había grabado en maquetas. Me parece un compositor excelente que seguro que en un futuro va a sorprender a más de uno.

Tienes una extensa gira de presentación del disco en ciernes, con parada (¡gran noticia!) en Bilbao el 7 de junio en la Sala Azkena (21:30 horas). No te vas a dejar ninguna de las plazas fuertes. Imagino que estarás con muchas ganas de subirte al escenario para defender este disco.

Sí. Las canciones crecen cuando se interpretan en directo.

Por cierto, ¿puedes adelantarnos algún tema de tus trabajos anteriores que pienses incluir en el set-list?

Tocaré canciones antiguas como, por ejemplo, "Nadie Besa al Perdedor" o "El Dios de la Luz Eléctrica".

Comenzábamos esta entrevista mirando al presente y al futuro. Si te parece, me gustaría concluirla echando un vistazo al pasado. ¿Con qué adjetivo calificarías lo que la música te ha aportado desde tus inicios y hasta este 2013?

Mi vida es difícil de entender sin la música. Para mí, el rock ha sido una tabla de salvación emocional. Ahí encontré un lenguaje que me ayudaba a comunicarme y me identificaba con mucha gente desconocida, de otros países y otras culturas, pero que parecía que hablábamos el mismo idioma. Luego esa necesidad expresiva se convirtió en una profesión.

Del mismo modo, ¿cuál es el primer instante que te viene a la cabeza si te pidiera que me dijeras ahora mismo un momento de tu carrera musical que recuerdes con especial cariño?

No sé… determinados conciertos, determinadas grabaciones… amistades… son tantos recuerdos que no sabría decirte uno en particular. Quizás el día que me compré mi guitarra, la misma que sigo usando en los conciertos. Fue hace más de 30 años y aún sigue conmigo. La sensación que sentí en el momento en que la saqué le la funda… qué maravilla.

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