Llegó la Magia: Bruce Springsteen en el BEC (26-11-2007). Crónica de Txema Mañeru.


El Boss llegaba por primera vez a Euskadi y como no podía ser de otra forma saludó con un "gabon Bilbo" que desató la euforia que suponen sus actuaciones. Como estaba en el guión arrancó con su nuevo y poderoso single "Radio nowhere" y empezó a sudar como sólo él sabe hacerlo.

Los "expertos" afirman que estos son actos para los que no les gusta el rock y para los que no acuden regularmente a salas pequeñas a disfrutarlo como es debido. Hablan de "domingueros del rock’n’roll" que sólo acuden cuando toca Bruce, los Rolling, U 2 o Mark Knopfler. No dudo que algo de celebración social haya en estos eventos pero es muy cierto que si uno se adentra unas pocas filas en la zona de pie, se da cuenta enseguida que la gente conoce lo que va a oír, acude porque le gusta y le convence y disfruta cada segundo con los sentimientos a flor de piel. Y en eso, en lo de poner los sentimientos a flor de piel, digo, y en lo de hacernos creer que él también se siente feliz ahí por compartir unas horas con nosotros, Bruce es un maestro, el mayor quizás.

El repertorio que maneja en esta nueva gira con su banda de toda la vida, la poderosa E Street Band, con las bajas de Danny Federici por enfermedad (muy bien sustituido por un profesional de la talla de Charlie Giordano) y de su esposa Patti Scialfa (aunque no falta el toque femenino con la gran violinista Soozie Tyrell), deja bastante que desear para los auténticos aficionados al Boss. Se centra en exceso en el reciente y sólo correcto trabajo "Magic", del que fue desgranando sus mejores piezas que a decir verdad ganaron mucho en vivo como ocurre con casi todo su repertorio que está especialmente diseñado para emocionar en vivo.

Sonaron mucho mejor que en disco temas como "Livin’ in the future", que sirvió para uno de sus alegatos en contra de la guerra y de la pérdida de derechos en su país, la juguetona "Gypsy biker", de las más destacadas también en el disco, el aire pop sesentero de "Girls in summer clothes" o las repletas de emoción "Last to die" y, sobre todo, "Long walk home". El tema "Magic", tras la luchadora "No surrender" y uno de sus últimos hits, "Lonesome day", fue el primer remanso de paz que aprovechó para lanzar unos acertados pinitos en euskera (ya se sabe que los de Bilbao nacen donde les da la puta gana) diciendo "Zelan zaudete?. Oso pozik nago hemen gau honetan" ("¿Qué tal estáis? Estoy muy feliz aquí esta noche").

Bruce trabaja duro para conseguir el amor de sus fans y así lanzó otros emotivos temas de su nuevo trabajo como "I’ll work for your love" u otro de su temas notables de "Magic" como "Devil’s arcade".

Entre medias cayeron blues cañeros y primitivos, con guiño a ZZ Top incluido, como "Reason to believe", éxitos recientes como la política "The rising", clásicos primerizos como su oda a la vida de barrio, "Backstreets" o "Darlington county" y canciones de amor como "She’s the one", para acabar la primera parte con la espectacular y épica "Badlands", otro de sus temas indispensables y de los más coreados de la calurosa noche.

La segunda parte fue subiendo la temperatura merced a clásicos indiscutibles de sus primeros tiempos. El soul blanco de "10th Avenue freeze-out" o la desenfada "Kitty’s back". El colofón, esa oda a la libertad titulada sabiamente "Born tu run", llena de épica rockera por algunos denostada y por los más, admirada. No faltó tampoco la romántica y excesivamente edulcorada "Dancing in the dark". En este y algunos temas recientes se observó el excesivo peso de los teclados en los últimos años que le dan un aire "adulto" y quitan algo de esa furia rock que desprenden su guitarra o las de Steve Van Zandt y Nils Lofgren.

No obstante como buen "jefe" que es, dejó sus consabidos momentos para el lucimiento de todos sus escuderos y recordó también a los ausentes, empezando por su esposa. La batería de Max Weinberg sigue siendo una de las más potentes de la historia y excelente colchón para el resto de los muchachos. Otra de las pegas posibles es que, aunque Bruce sigue sudando su camisa negra y está en plena forma física, ha menguado la duración de sus históricos directos de más de 3 horas hasta las 2 horas y minutos actuales.

Por otro lado es lógico que quiera reservar algo para poder llegar vivo y con energía a la edad de jubilación (ya va por los 58). Así muchos nos quedamos con el vacío de no poder gozar con temas que nos marcaron como la emotiva "The river", la calurosa "Rosalita", la estremecedora "Thunder Road" o esos desoladores cantos de "Nebraska".

El final vino de la mano de "American land", en versión karaoke, reviviendo así el espíritu folk de Pete Seeger y de su última y reciente gira, además de constatar de nuevo su giro a la izquierda de los últimos años. Con todos los músicos en primer plano, excepto la batería, y las luces de la sala encendidas demostró que a diferencia de otras mega estrellas, él no necesita más que su música y su entrega para emocionar y llenar grandes aforos, sin hacerle falta artificios ni grandes alardes técnicos para atraer al respetable.

Eso sí, tendría que haber salido de nuevo para hacer un tema o dos más. Hubiese quedado como un rey. ¡Qué deleite pudiera ser ver al Boss y su gente en una sala de aforo inferior al millar! No obstante, todavía uno de los espectáculos rock más atrayentes que quedan hoy en día. Sí, la "magia" se mantiene viva en disco, y más aún, sobre un escenario. ¡Qué baje el telón!

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