La Chaqueta Metálica: Metallica y su "Master of Puppets"


Texto: Mikel Fernández.

El de hoy es uno de los tres discos que me cambiaron la vida. Así, a lo bestia. Y es que junto con el recopilatorio de Helloween The Best, The Rest, The Rare y el The X Factor de Iron Maiden (qué risas ahora, eh?), éste fue el disco que me metió en el mundo del heavy metal hace ahora la friolera de 20 años. Para mí es especial y no me equivoco si afirmo que jamás podré cansarme de escucharlo. Con ustedes, Metallica y su Master of Puppets.

Sí, lo sé, después de la leña que he soltado hacia Metallica aquí y allí a lo largo del breve recorrido de este blog, dedicándoles incluso una de las "Grandes pifias de la historia" (que podéis volver a degustar aquí), que suelte semejantes alabanzas hacia ellos puede extrañar. Pero como dicen por ahí, cuando has querido mucho a algo (o alguien), cuando te defraudan el dolor y el rechazo son de mucha mayor magnitud. Asistir a la deriva vital de Metallica (tanto en los temas nuevos como en las interpretaciones de los clásicos) se me hace duro, muy duro. Y aún así, después de los disgustos que sucesivamente me han ido causando desde el ReLoad, me haré con su nuevo disco el primer día que salga, porque hay cosas que jamás se olvidan y lo que Metallica han sido para mí no lo podrá ser ninguna otra banda.

Dicho esto, volvamos a lo que nos ocupaba, antes de que acabemos todos echando una lagrimita por los viejos tiempos.

El Master of Puppets fue el tercer disco de Metallica y supuso una tremenda evolución en su sonido, dejando definitivamente atrás la agresividad punkarra del Kill Em All y llevando el camino aventurado en el Ride the Lightning a su máxima expresión. Los temas son, en general, más largos y más intrincados, alternando partes thrasheras con otras más melódicas (como la sección intermedia del tema titulo, por ejemplo). Se alejan del sonido más salvaje del thrash originario para empezar a introducir influencias del heavy metal más tradicional. Supongo que, siendo como eran fans de la NWOBHM, según fueron dominando sus instrumentos se lanzaron a innovar y replicar los éxitos de bandas como Diamond Head, Saxon o Iron Maiden.

Es curioso ver cómo ya en 1986, cuando el thrash metal apenas empezaba a despuntar como género propio dentro del metal, iban surgiendo distintas corrientes, desde la más oscura encabezada por Possessed, pasando a la puramente violenta representada por Slayer y la más técnica, encabezada por Megadeth. Metallica tomaban un poquito de cada una y con su toque propio llevaron al thrash metal a los estadios, primero como teloneros de Ozzy Osbourne y luego como cabezas de cartel de pleno derecho. Estos tres grupos publicaron obras cumbre del thrash metal en este 1986 (Slayer el Reign in Blood y Megadeth el Peace Sells, si bien yo siempre he preferido el Rust In Peace), dejando prácticamente definido el género.

A este álbum sólo le veo un pero, el tema The Thing that Should Not Be, jamás me ha entrado, quizá sea por estar entre dos cañonazos como Master of Puppets y Welcome Home (Sanitarium), el caso es que es, para mí, el punto flojo del disco. ¿El resto? Maravilla tras maravilla, hasta la instrumental Orion es una genialidad (y son 8 minutos). Disposable Heroes es una de mis favoritas, sobre todo la rabia con la que Hetfield canta (casi escupe) el estribillo. Y el colofón final, Damage Inc., en el que por un momento Metallica vuelven al frenesí de sus primeros años (y de cuya letra recuperaron parte en el tema St. Anger, único retazo salvable de tan infausta obra).

En resumen, el disco definitivo de Metallica. La culminación de lo adelantado en el Kill Em All y en el Ride the Lightning, que no consiguieron replicar en el And Justice For All y que desapareció prácticamente del Black Album en adelante, salvo un intento desesperado en el Death Magnetic. Una obra maestra del thrash metal.

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