Elefantes: "Todo lo que hacíamos era muy intenso, y vuelve a serlo otra vez"


Texto: Carlos Molina.

Emocionado, entusiasmado, locuaz. Así se muestra Shuarma al otro lado del teléfono mientras conversa con Orpheo acerca del regreso de Elefantes (fotos: Zircus y Fede Nieto), concretado en un nuevo disco, “El Rinoceronte”, de sonido maduro y gran calidad, y en una gira más amplia de lo inicialmente pensado, por fortuna. Son varias las ocasiones en las que he tenido la ocasión de charlar con Shuarma y le siento tan entregado como la primera vez. Buenas, muy buenas noticias para una vuelta tan esperada como bien concretada por sus componentes. ¡Bienvenidos de nuevo, chicos!

Hablaba en una ocasión con Iván Ferreiro de la mucha demanda que recibía por parte de la gente para que Los Piratas se reunieran de nuevo, y me decía: “Joder, cuando hicimos la última gira no había en las salas ni la mitad de las personas que me aseguran que estuvieron allí y que quieren vernos de nuevo” (risas). ¿Habéis notado también vosotros con este regreso esa sensación de: “Ey, vale, logramos algo muy grande, pero tampoco llenamos estadios, no aumentéis innecesariamente la leyenda”?


Hum… no lo sé. Nosotros fuimos teniendo cada vez más público, aunque no lo parezca. Podría parecer que nuestro mejor momento fue con “Azul”, pero eso es porque se trata del disco que más vendimos. La industria todavía estaba muy sana. Con nuestro último trabajo, “Somos Nubes Blancas”, vendimos muchísimas menos copias porque la cosa ya estaba muy jodida, pero sin embargo llenábamos tres veces más en los conciertos. Entiendo lo que comenta Iván, pero en nuestro caso nos hemos encontrado con la sorpresa de que estamos vendiendo todo, no sólo en Madrid y Barcelona, sino también en Zaragoza. Todo ese público que al final teníamos ahí parece que no se ha ido. De cuatro conciertos que íbamos a hacer, finalmente tenemos ya seis. Está siendo una vuelta muy bonita.

Al final hay una cosa que hace grande a un artista o una banda, y es la honestidad. Y la honestidad no se demuestra en uno o dos discos, sino en una carrera. Por ejemplo, mira qué bien le están yendo las cosas a Iván, que ha demostrado ser un artista de largo recorrido. El público al que le gusta la música, que busca una verdad en ella, termina identificando a los músicos que son muy honestos. Por eso, puedo entender muy bien que estemos vendiendo entradas, al igual que Iván, Leiva, Loquillo… Hay una serie de músicos en este país que apostamos por la honestidad y eso es recompensado por la gente. De hecho, creo que hay un buen número de artistas y grupos en España así.

Imagino que cada uno de vosotros sitúa el regreso del grupo en un momento dado, por cómo vio las cosas, lo que se dijo, etc. En tu caso, ¿cuándo sientes que se terminó por gestar la reunión?

Para mí hubo un momento muy simbólico que fue una reunión que hicimos los cuatro después de ocho años sin sentarnos juntos. Fuimos a comer a un restaurante. Pedimos, y cuando el camarero se fue nos quedamos mirándonos en silencio a los ojos, observándonos. Recuerdo muy bien ese instante, la mirada de todo el mundo. Había una chispa, y una pregunta que todo el mundo tenía. Pero una pregunta resuelta, en realidad. Todos nos preguntábamos si volveríamos y, a la vez, todos sabíamos que sí, que lo haríamos. Sin ni siquiera haber hablado de ello entre nosotros, pero se constataba en nuestras miradas. Y lo más bonito, para mí, no fue el hecho de ese regreso, sino percibir que volvíamos a conectar los cuatro. La consecuencia, el regreso, es algo precioso, pero lo bonito en ese momento fue que cuatro personas que habíamos compartido tantos momentos y sueños, muchas realidades, sufrimientos y alegrías, que habíamos formado una familia y que por consecuencias de la vida no estábamos unidos, volvíamos a conectar. Me emocionó profundamente.

Creáis temas que llegan al corazón de vuestros seguidores. Lo hicisteis con vuestros discos anteriores y lo volvéis a lograr con “El Rinoceronte”. Sin querer ponerme muy poético, para mí gran parte de esa conexión con el oyente, más allá de vuestro potencial artístico y creativo, tiene mucho que ver con ese sentimiento de familia que hubo, y vuelve a haber, en la banda. Recuerdo haber viajado con vosotros durante unos minutos en vuestra furgoneta de camino a la sala Azkena para presentar “Azul”, poneros todos vosotros a cantar “Roxanne” de Police y pensar yo: “Estos tíos se llevan bien de verdad” (risas). Vamos, que se palpaba esa cercanía entre todos vosotros. Y a mi juicio, la hacíais llegar también al público, al igual que el sentimiento de cada canción. No erais “funcionarios” del rock, cada uno preocupándose de su función y saliendo escopetado tras cada concierto para ir a su casa.

Yo es que los códigos de ese tipo de bandas que comentas no los entiendo muy bien. Lo respeto, ¿eh?, pero no concibo algo así. Elefantes siempre ha sido una banda muy pasional, para lo bueno y para lo malo. Tú viviste un instante de alegría de puta madre, pero los momentos a ostias eran también de verdad. Cuando nos enganchábamos lo hacíamos muy de verdad. Todo lo que hacíamos era muy intenso. Y vuelve a serlo otra vez. Es nuestra forma de vivir. Para nosotros, la música es como el bote con el que nos deslizamos por el río. Es una implicación absoluta. Y eso se nota, nos veas en un escenario, comiendo juntos o tomando algo una noche, está ahí.

Por eso nos separamos, porque en un momento dado eso dejó de estar, se difuminó. Un día nos miramos y no teníamos nada que decirnos. Sí, había éxito, dinero, sueños… pero faltaba lo esencial para nosotros. Nos dijimos: “Ok, es el momento de apretar el pause, porque no merecerá la pena nada de lo que ocurra”.

Con la misma naturalidad que lo dejamos, volvemos a retomarlo, porque creo firmemente que la vida es así, hay que adaptarse a las cosas que ocurren, sin forzarlas. Vivir cada segundo con intensidad.

De hecho, estar en lo más alto se disfruta con más fuerza cuando cada cierto tiempo desciendes unos peldaños y acometes de nuevo el ascenso.

Claro. Además hay que tener muy claro qué es estar en lo más alto. ¿Vender muchos discos? ¿No lo es más tener un ambiente creativo fantástico, único? Para mí, es eso último, disfrutar de ese ambiente vital y artístico.

Me ha alegrado mucho percibir que el álbum, en todos sus matices y en sus intensidades, da oportunidad de lucimiento a cada uno de vosotros, pero me ha ilusionado más comprobar lo bien que sonáis unidos tras tanto tiempo…

Sin duda, eso es lo que se revela como lo más importante para nosotros, y sobre todo después de un parón de ocho años, en el que cada uno de nosotros ha viajado individualmente y ha experimentado con la música. Lo que nos gusta de Elefantes es que compartimos, primero entre nosotros cuatro, y después con un público que nos quiere escuchar. Construimos una opinión desde cuatro puntos de vista. Y no me equivoco si digo que pienso que este es el disco en el que eso se refleja mejor. No deja de ser curioso que ocurra tras ocho años de estar separados. Pienso que durante este tiempo hemos dado valor al lugar que cada uno de nosotros tiene en el grupo de forma natural. Hemos encontrado un sonido y un equilibrio como grupo que buscamos durante mucho tiempo. Me gusta que en las entrevistas se esté destacando el papel de cada uno de nosotros.


Imagino que en todo ello habrá tenido mucho que ver el trabajo de Santos y Fluren. Cuando una banda regresa tras un parón de tanto tiempo, entiendo que encontrar el productor adecuado es muy importante. Tú ya habías trabajado con ellos en “Grietas” pero, ¿qué os llevó a apostar por Santos y Fluren para acometer la producción de “El Rinoceronte”?

Los cuatro Elefantes pensamos que la elección de ambos no podría haber sido más acertada. No sólo por el proceso de grabación, que ha sido una experiencia fantástica e interesante, sino por el resultado final. Gracias a ellos sonamos de esta manera, nos han dado esa visión externa de grupo que, cuando estás dentro de una banda, a veces es difícil de percibir. Son amigos desde el comienzo de Elefantes. Grabé, como has dicho, “Grietas” con ellos y era consciente por lo tanto de cuál era su salud musical. Sabíamos que no nos equivocábamos si apostábamos por la familia. Es un momento de unión y de amistad en Elefantes, de dejar que las cosas fluyan y que adquieran el orden adecuado.

Hablando del disco en sí. Hay gente que se ha quedado algo descolocada por el lanzamiento del corte “Escuchar el viento”. Y eso, a mi juicio, es bueno. Aunque lanzaría un mensaje de tranquilidad. Habéis alcanzado vuestra madurez sonora. “El Rinoceronte” posee matices de “Azul”, “La Forma de Mover tus Manos” y “Somos Nubes Blancas”, pero más desarrollados. No sé si sería justo definir el álbum como ecléctico, pero sí que hay una apuesta por las intensidades, como ya marca el inicio de “Aún más alto”. También hay protagonismo para todos los instrumentos, y qué decir de tu voz, en una suma fantástica. Un álbum muy rico, en resumen, que quizás no entre como un tiro a la primera pero que, después de un par de escuchas, es difícil no pensar en él como un trabajo sobresaliente.

Pues me alegro mucho de que te guste y de que lo concibas así, porque yo lo veo de una forma muy parecida. Es curioso, porque “Escuchar el viento” no fue tratado nunca como un single, que salió después, sino que lo que quisimos fue lanzar primero ese tema porque el single tiene un corte más clásico, es un rock muy interesante, pero que ya se nos ha podido escuchar en otro momento. Nos apetecía poner antes en la calle esta canción para generar un poco de controversia. Hay gente a la que le gusta porque es el lado de Elefantes que más le atrae, gente a la que no le llega por lo contrario, personas que la critican porque consideran que se trata de una canción muy oscura… En definitiva, lo que queríamos decir es que hacemos los que sentimos, y no estamos tan atentos a qué es lo que se espera de nosotros. Ahí está el valor de lo que hacemos.

Poco a poco la gente irá descubriendo y metiéndose en un álbum que, como has apuntado, no deja de ser una evolución. Refleja a una banda que tiene una forma de decir las cosas y que está en movimiento. Venimos de una etapa en la que hemos estado parados a nivel de actividad, pero muy activos a la hora de absorber cosas, que ahora hemos compartido entre nosotros y las hemos contado de la forma en la que hemos sentido que teníamos que hacerlo. Eso es “El Rinoceronte”.

Como señalabas al comienzo de la entrevista, las entradas para los primeros conciertos están volando… ¿Qué planes futuros de gira tenéis?

En un principio, lo que quisimos hacer fue una gira de cuatro conciertos y nada más, pero terminamos entrando en un estudio y grabando el disco. Los cuatro conciertos se han convertido en seis, en verano creo recordar que tenemos como diez bolos más, y en octubre o noviembre vamos a iniciar una gira por salas en plan gira de verdad, llegando a ciudades como Vigo, Sevilla, quizás Bilbao… sitios que en este primer momento no vamos a visitar.

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